En Agua Dulce, al menos siete mujeres han sido asesinadas en la última década por quienes se suponía que las amaban: sus parejas, exparejas sentimentales o familiares cercanos. De un total de diez feminicidios registrados desde 2015, más de la mitad guardan un común denominador: la violencia doméstica que escaló hasta convertirse en crimen.


A pesar de la magnitud del problema, únicamente un caso ha recibido justicia, el de Miriam Félix Félix, quien en 2020 fue asesinada por su suegro Leonardo “N”, condenado a 55 años de prisión. El resto de las carpetas de investigación permanecen estancadas, dejando en la impunidad nombres y rostros que marcaron a toda una comunidad.


VÍCTIMAS DEL HOGAR


El primer feminicidio documentado en esta serie ocurrió en 2015, cuando Cecilia Vázquez González fue brutalmente asesinada por su pareja sentimental, quien permanece prófugo. Ese mismo año, Karina Gómez García fue apuñalada mientras se dirigía a su trabajo; aunque la versión oficial buscó manejarlo como un robo, familiares y colectivos señalaron desde el inicio a su entorno cercano.


En 2016, Arcelia Ramírez Pérez desapareció y fue hallada sin vida con signos de violencia, mientras que en 2018, Sheila Moreno Sánchez fue asesinada en circunstancias similares. Ambos casos apuntaban a relaciones sentimentales conflictivas, pero nunca se concretaron detenciones. El 2019 resultó también trágico, Karla Berenice López Castañón, cuya pareja fue señalada pero jamás procesada.


EL CASO MÁS RECIENTE


La semana pasada, la historia volvió a repetirse con Emma Alejandro Cruz, joven trabajadora del Ayuntamiento de Las Choapas. Inicialmente se informó que había muerto de un infarto, pero la necropsia reveló que fue estrangulada y presentaba golpes previos en el cuerpo.


Durante la madrugada del sábado, un operativo conjunto permitió la detención de Néstor “N”, novio de la víctima y trabajador de la CAEV en Agua Dulce. La Fiscalía lo señala como presunto responsable del feminicidio, aunque todavía no ha sido procesado ni sentenciado.


JUSTICIA AUSENTE


De los siete donde la pareja sentimental aparece como principal sospechoso, ninguno ha tenido un desenlace judicial que satisfaga a las familias, salvo el de Miriam Félix, cuyo feminicida fue un familiar político directo; mientras que el más reciente se encuentra en proceso de vinculación.


Organizaciones feministas señalan que la inacción de la Fiscalía y la falta de seguimiento a las denuncias han generado un patrón de impunidad. En cada marcha del 8 de marzo, el clamor se repite: justicia para las mujeres asesinadas por sus parejas, justicia para las familias que siguen esperando respuestas.


Mientras la violencia feminicida siga encontrando cobijo en la intimidad de los hogares y las instituciones mantengan la indiferencia, el riesgo para las hidrómilas persiste dentro del lugar donde debería haber protección y cariño.