La ruta migratoria que atraviesa el sureste mexicano continúa siendo un camino marcado por la vulnerabilidad, el despojo y el sacrificio.

A su paso por Coatzacoalcos, indocumentados como el venezolano Álvaro Montilla y el guatemalteco Onésimo Álvarez, afirmaron que fueron despojados de sus pertenencias; lo más difícil que viven es el sacrificio de dejar a sus familias en búsqueda de mejores oportunidades.

Álvaro Montilla, de origen venezolano, subrayó la indefensión que enfrentan los migrantes, incluso estando bajo custodia del Instituto Nacional de Migración (INM).

Lleva tres años en México, relató su forzado retorno desde la capital hasta la frontera sur.

“Acá en México llevo tres años y me trajeron de Ciudad de México a Tapachula,” explicó.

VIVIÓ UN CALVARIO

Su detención en la Ciudad de México se convirtió en un calvario de incomunicación con su esposa e hijo, y violación de derechos.

“Me regresaron, tres días me tuvieron detenido en la migra y me regresaron. Estuve tres días sin ninguna llamada, sin comida ni agua,” denunció.

Hace días llegó a Coatzacoalcos, precisó que el golpe más duro fue el robo de sus pertenencias, que lo dejó sin dinero para contactar a su familia.

“Me quitaron todo, me soltaron en el municipio de Tapachula, en la frontera de Guatemala”, sostuvo.

En tanto, Onésimo Álvarez, originario de Guatemala, dijo que la necesidad económica, lo obligó a tomar nuevamente la ruta migratoria a pesar de que su familia reside aún en su país de origen.

Onésimo ya ha trabajado en México y fue retornado varias veces de Estados Unidos, explicó que su reciente regreso a Guatemala fue para mantener el vínculo con los suyos.

El guatemalteco contó es difícil dejar a la familia, por el miedo de ser olvidado o de que piensen lo peor.

Manifestó que ha sido “retachado” de Estados Unidos, incluso se estableció en Monterrey, trabajando como mecánico.

Su objetivo es regresar al norte, aunque el llamado “sueño americano” sigue siendo una posibilidad incierta.

“No pues es que ahorita como está la situación, pues no pienso cruzar a Estados Unidos. Tal vez después o cuando esté medio tranquila la situación tal vez”, expresó.

Los viajeros estuvieron este fin de semana en la casa del migrante de la diócesis de Coatzacoalcos. La meta es continuar su viaje a la Ciudad de México y de ahí quizás a Estados Unidos.

DEPORTADOS VUELVEN A INTENTARLO

Joel Ireta Munguía, responsable de la movilidad humana de la diócesis de Coatzacoalcos, subrayó que hay más presencia de migrantes que han estado en territorio estadounidense y han sido deportados.

Esta población, originaria de países como Venezuela, El Salvador, Colombia y Haití, vuelve a emprender el camino desde México.

“Fíjate que hay gente deportada, gente que ha estado ya en Estados Unidos, los han deportado, los han dejado en los límites de México y ellos vuelven a regresar”, contó.

La razón detrás de su persistencia es emocional y personal, “ellos consideran esto como un fracaso y eso para ellos no es nada bueno. Por eso lo vuelven a intentar”.

Estos deportados son dejados a orillas de la frontera y deciden seguir caminando, integrándose nuevamente al flujo migratorio hacia el norte.

El responsable de la movilidad humana destacó la profunda fe que observan en los viajeros, “son hombres de fe, nos evangelizan también a través de su testimonio de vida”, finalizó.