En 2014, Kobe Bryant no solo brillaba como una de las máximas leyendas de la NBA, sino que también comenzaba a construir un legado fuera de las canchas. Ese año, el exjugador de Los Ángeles Lakers le sugirió a James Harden invertir en una joven y poco conocida marca de bebidas deportivas llamada Bodyarmor, una recomendación que, años después, se convertiría en una de las decisiones financieras más rentables para ambas estrellas.
Harden decidió confiar en el consejo de Bryant y apostó con una inversión inicial de 500.000 dólares. En ese momento, la marca estaba lejos de competir con gigantes como Gatorade o Powerade, pero Bryant veía un potencial enorme en su propuesta innovadora centrada en ingredientes más naturales y un enfoque de alto rendimiento.
Kobe, por su parte, destinó entre 6 y 8 millones de dólares y eventualmente llegó a poseer más del 10% de la empresa, convirtiéndose en uno de los inversionistas y rostros clave del crecimiento de Bodyarmor. Su visión empresarial comenzó a llamar la atención en todo el mercado deportivo.
La compra histórica de Coca-Cola y el giro multimillonario
Siete años después de aquellas inversiones, en 2021, The Coca-Cola Company adquirió Bodyarmor en una transacción valuada en 5.600 millones de dólares, una operación que convirtió a la marca en una competencia directa para las bebidas deportivas más consumidas del mundo.
Con la venta, James Harden obtuvo más de 20 millones de dólares, multiplicando por 40 su inversión inicial. Un resultado que confirmó la intuición empresarial que Kobe había compartido con él años atrás.
Sin embargo, el impacto más sorprendente lo recibió la familia de Kobe Bryant. La participación accionaria del exjugador superior al 10% se tradujo en aproximadamente 400 millones de dólares, una cifra que superó incluso todos los salarios acumulados por Bryant durante sus 20 temporadas en la NBA.
El legado financiero de Kobe Bryant más allá del baloncesto
Kobe Bryant no solo dejó un legado deportivo inigualable, sino que también demostró ser un estratega fuera de las canchas. Su apuesta por Bodyarmor se convirtió en uno de los negocios más exitosos protagonizados por un atleta en la historia reciente.
La visión de Bryant influyó directamente en el crecimiento de la marca, tanto como inversionista como embajador. Sus apariciones consumiendo Bodyarmor en arenas deportivas y entrenamientos ayudaron a posicionar la bebida dentro del mercado de alto rendimiento.
Para muchos, el éxito financiero posterior a su fallecimiento representa una muestra tangible de la inteligencia empresarial que cultivó durante sus últimos años. Su objetivo no era ser solo un ícono del deporte, sino un emprendedor que inspirara a las nuevas generaciones.


