La consolidación de proyectos energéticos y la reciente instalación de gasoductos en la zona del río y litoral de Coatzacoalcos han generado un cambio drástico en la dinámica de la pesca artesanal. Pescadores han tenido adaptarse e ir hacia mar arriba.
Francisco Lara Márquez, pescador con cinco décadas de trayectoria, advirtió que la presencia de plataformas y la infraestructura submarina los han desplazado de sus zonas tradicionales de captura.
Con más de 50 años de experiencia en el oficio, Francisco Lara Márquez relató cómo el gremio ha tenido que adaptarse a un entorno donde el libre tránsito marino es cada vez más restringido.
El establecimiento de zonas de exclusión alrededor de las instalaciones de Petróleos Mexicanos (Pemex) y otras empresas del sector ha forzado a las embarcaciones menores a buscar el sustento en aguas más profundas. Según explica Lara Márquez, las rutas tradicionales de pesca ya no son una opción viable.
“Por las plataformas nos restringen los lugares. Nos retiran de las plataformas, que ya no va uno ahí, sino que hay que retirarse más lejos”, señaló el pescador, quien ahora debe navegar entre 25 y 30 millas náuticas para encontrar zonas de captura permitidas.
Este desplazamiento implica un incremento directo en los costos de producción. Actualmente, una jornada estándar requiere una inversión de aproximadamente 60 litros de combustible, gasto que debe cubrirse antes de que los tres tripulantes de la lancha puedan repartirse las ganancias del día.
MITIGACIÓN Y APOYO EN EQUIPO
Ante la reciente introducción de ductos en la zona del río, las empresas responsables han implementado programas de compensación para los sectores afectados. Aunque la pesca no atraviesa su mejor momento, los trabajadores del mar reconocen que estos apoyos han servido como un paliativo para la situación económica.
“El ducto ya lo metieron… sí nos ayudaron. Nos ayudaron con equipos; no con dinero en efectivo, pero con equipo de pesca, o lancha, o motor. Ahí nos dieron cuando menos para irla pasando”, afirmó Márquez.
LA CRISIS DEL MERCADO
A pesar de que el recurso natural sigue presente en el ecosistema —especialmente especies como el peto, la sierra y el guachinango—, el pescador denunció que el verdadero obstáculo para su desarrollo económico no es la escasez, sino el control de precios ejercido por los intermediarios.
“Nosotros los que producimos, los que damos, y a nosotros nos pagan poco el precio. El peto nosotros nos lo pagan a 50 pesos, y quién sabe cómo lo venden los acaparadores en el mercado, lo venden como a 100 pesos o más”, expresó.
Finalmente, Lara Márquez sostuvo que, aunque la producción se mantiene constante en ciertas temporadas como la Cuaresma, la rentabilidad de su oficio pende de un hilo debido a la combinación de los altos costos operativos mar adentro y la especulación de los precios en los mercados locales de Coatzacoalcos.


