Contraesquina Política.
Por: Fernando Martinez Plascencia.
Coatzacoalcos Ver., a 2 de junio del 2025.
Mientras Esteban Bautista Hernández, Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado anda como loco buscando quien le pasa información a este “despreciable periodista” que se atreve a exponer su inmensa riqueza acumulada en sus turbios negocios, doña Iveth Martínez Hernández, la arrogante tesorera de la Cámara de diputados se despacha con la cuchara grande.

Cientos de millones de pesos que tiene a su disposición los distribuye a diestra y siniestra con total discrecionalidad, basta con ver el desfile de alcaldes electos qué pasan por su oficina de tesorería, y el gesto de perdonavidas qué se carga por el hecho de sentirse superior a los que llegan a verla buscando sus favores.
Este fin de semana le tocó a los alcaldes electos de Moloacán, Eleazar Alcántara, y de Agua Dulce, Ángel Delgado Ramírez, invitados por Ingrid Calderón, una diputada qué hasta hoy no se le conoce trabajo de beneficio para su distrito, así como de Rafael Fararoni, de San Andrés Tuxtla, quienes salieron con una sonrisa de oreja…¿Qué recibieron? Imagine lo que quiera.

La déspota y prepotente tesorera tiene en sus manos las Partidas Presupuestales del Congreso y las maneja a su antojo, por cierto, esta señora que llegó al cargo por recomendación de Erik Cisneros, ex secretario de gobierno, no respeta ni a las personas de su propio género ya que las trata con la punta del pie, está siendo bien asesorada-nos dicen nuestras fuentes- por el conocido contador Fernando Saure.

“Moloacán debe aprovechar todos los campos y espacios disponibles para la gestión de recursos”, dice Eleazar Alcántara, se trata dinero que debe utilizarse en las necesidades del Congreso, pero hasta donde se sabe, se les está entregando a los alcaldes electos, siendo esto un desvío de recursos públicos que entrega la gris tesorera.

A Iveth Martínez Hernández el hambre la ha vuelto atrevida, y no le rinde cuentas a nadie de lo que hace, mientras él confiado Esteban Bautista se distrae con tonterías, fascinado en la embriaguez de un Poder que no ha sabido ejercer, y que no le permite ver el elefante en medio de la sala.

Así, mientras el diputado anda distraído buscando como sherlock Holme a los fisgones dentro de su “equipo político”, dándose tiempo para cuidar sus tierritas en Tatahuicapan, borrando de tajo por sus propios desatinos todo el liderazgo que decía tener, doña Iveth está convertida en la poderosa tesorera, a quien ni la propia gobernadora Rocío Nahle puede tocar, y le come el mandado al bufón de la Jucopo, a quien ni le ocupa ni preocupa.

Don Esteban está convertido en burla hasta en los cafés de la capital, porque por un lechero se dobló ante Juan Javier Gómez Cazarin, su “enemigo” político, fortaleciendo con ello a Domingo Bahena, el secretario general del Congreso.

Domingo Bahena, ex alcalde de Jáltipan, el hombre que llevó a la quiebra los negocios familiares heredados en Jáltipan, es un traidor qué apuñaló primero al diputado Enrique Cambranis quien lo inició en la política, y hoy es uno de los hombre más millonarios del Estado desde que llegó por primera vez como diputado, con una gran cantidad de propiedades en el estado, así como en otras partes del país y del extranjero.

El ex diputado panista es nada más y nada menos que el hombre de todas las confianzas de Juan Javier Gómez Cazarin, el ex presidente de la JUCOPO y actual delegado de la Secretaría del Bienestar en Veracruz, quien logró a través de la gobernadora Rocío Nahle, imponerlo una vez más en el mismo cargo, hoy Esteban Bautista sin ninguna otra opción, ha sido expuesto comiendo de la mano de ambos personajes.
El inescrupuloso secretario general del Congreso ha acumulado una fortuna al amparo del Poder, con aproximadamente 10 años en el congreso, es un hombre que conoce los secretos y el manejo de todas y cada una de las oficinas del congreso, incluyendo la de la Junta de Coordinación Política, suficiente para mantener callado a quien decía que la corrupción se había acabado en la Jucopo. Ajá.