El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, desveló este miércoles por fin la última versión del acuerdo de paz entre Rusia y Estados Unidos, un documento en el que Kiev y Bruselas han intentado influir para corregir el fuerte sesgo a favor de Moscú del primer borrador, un texto de 28 puntosredactado originalmente en ruso y enviado después, ya traducido por inteligencia artificial.

En esta nueva versión, que se da por pactada con la Administración Trump, el documento se reduce a 20 puntos. En la mayoría de ellos no hay grandes diferencias respecto al texto filtrado por el negociador ruso Kirill Dmitriev, elaborado junto al enviado especial de Trump, el promotor inmobiliario Steve Witkoff. Sin embargo, persisten profundas divergencias en dos cuestiones clave: el futuro del Donbás que aún no ha sido ocupado por Rusia y las garantías de seguridad.

En el primer caso, Moscú exige que Ucrania se retire del resto de la región de Donetsk, precisamente donde el Ejército ucraniano mantiene sus bastiones mejor defendidos y donde Rusia lleva desde 2014 empantanada en una guerra de desgaste con un coste que recuerda a algunas batallas de la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos ha propuesto crear una zona desmilitarizada en ese territorio. Zelenski estaría dispuesto a aceptar ese estatus siempre que siga considerándose territorio ucraniano, adopte la forma de una zona económica especial y quede militarmente vigilada por tropas internacionales que impidan la infiltración de “hombrecillos verdes“, en clara alusión a los soldados rusos que ocuparon Crimea en 2014 sin insignias ni identificación oficial.

En cuanto a las garantías de seguridad, Ucrania aceptaría un sistema que incluiría un despliegue internacional para proteger al país frente a una nueva invasión y compromisos de actuación por parte de Estados Unidos y sus aliados similares a los del artículo 5 de la OTAN, aunque sin necesidad de ingresar formalmente en la Alianza. Washington se comprometería además a vigilar la línea de contacto mediante medios humanos y tecnológicos. Kiev, en cualquier caso, no reconocerá como rusos los territorios ocupados.

La posibilidad de convertirse en socio de la OTAN es otro de los puntos que esta versión del plan ya no descarta, a diferencia del borrador original, aunque la adhesión sigue pareciendo lejana por la oposición de algunos Estados miembros. El Ejército ucraniano tendría un límite de 800.000 efectivos, una cifra similar a su tamaño actual y superior a los 600.000 contemplados en la propuesta inicial.

Además, Ucrania podría acceder a la Unión Europea por un procedimiento acelerado, mientras que Rusia debería comprometerse por escrito —si es que tal garantía tiene valor— a no volver a invadir Ucrania ni atacar a ningún país europeo.

Zelenski también se compromete a convocar elecciones una vez firmado el acuerdo y ya ha dado instrucciones a sus legisladores para modificar la ley marcial vigente, de modo que permita la celebración de comicios presidenciales, algo que hoy no es posible.

La pelota vuelve ahora al tejado del Kremlin. Pero incluso tratándose de un acuerdo que beneficia claramente a Rusia, no parece que Moscú vaya a aceptar esta versión corregida por Ucrania y Europa, según han filtrado funcionarios del Kremlin a diversos medios.

Pese a los esfuerzos de apaciguamiento de Estados Unidos, fuentes de inteligencia estadounidenses revelaron esta misma semana que Vladímir Putin no tiene una voluntad real de poner fin a la guerra. La razón es que lleva casi cuatro años recibiendo información distorsionada, como publicó ayer Financial Times, por parte de sus generales, que le venden grandes victorias en el frente y un Ejército ucraniano siempre al borde del colapso.

La realidad es que la mayor parte del territorio ocupado por Rusia se conquistó en las primeras semanas de la invasión de 2022. Desde entonces, durante más de tres años y medio, las tropas marcadas con la letra Z apenas han avanzado, y cuando lo han hecho ha sido al precio de cientos de miles de muertos y heridos para hacerse con ciudades reducidas a escombros en el este del país. Son pocos los ucranianos que creen que Putin vaya a aceptar estas propuestas o que la invasión termine a corto plazo.