Lo que parece una escena salida de una caricatura o una broma absurda, ocurre a diario en las calles de Agua Dulce, una lavadora transportada sobre una motoneta, cinco personas abordo de una motocicleta, o conductores enviando mensajes por celular o llamando mientras zigzaguean entre autos. Todo esto sin casco, sin precaución y, lo más alarmante, sin ninguna sanción.
En los últimos años, la motocicleta se ha vuelto el vehículo preferido por cientos de hidrómilos por su bajo costo y facilidad para circular entre calles estrechas o en mal estado. Pero con esta popularidad, también ha llegado la imprudencia, motocicletas utilizadas para transportar desde cilindros de gas hasta electrodomésticos, en maniobras que desafían la lógica y ponen en riesgo tanto a los ocupantes como a peatones y automovilistas.
De acuerdo con reportes locales y testimonios ciudadanos, los accidentes viales relacionados con motocicletas se han triplicado en los últimos años, muchos de ellos con saldo de personas lesionadas de gravedad, o incluso fallecimientos.
NORMALIZACIÓN
A esto se suma la preocupante normalización de conductas como viajar sin casco, transportar familias enteras —incluidos niños— en una sola unidad, o hablar por teléfono mientras se conduce. La falta de operativos, a pesar de la vigilancia vial y campañas de concientización ha permitido que esta realidad se mantenga sin consecuencias legales ni administrativas.
Especialistas en seguridad vial señalan que una motocicleta está diseñada para dos ocupantes como máximo, y su uso debe estar limitado al transporte ligero. “Amarrar una lavadora o cargar bultos de cemento no solo es ilegal, es temerario”, afirma uno de ellos.
Frente a este panorama, ciudadanos hacen un llamado urgente a las autoridades de tránsito para que implementen operativos, sanciones efectivas y campañas de educación vial que detengan este descontrol. La comodidad de un viaje rápido no puede seguir poniéndose por encima de la vida.