Desde hace varios años, se destinan recursos para la rehabilitación de caminos rurales; sin embargo, estos trabajos se han convertido en un “barril sin fondo”, ya que con cada temporada de lluvias las reparaciones desaparecen.
Esta situación es evidente en los caminos rurales de Minatitlán y Moloacán, donde, aun después de realizar trabajos de rastreo y aplicación de material de revestimiento, las vialidades vuelven a quedar en mal estado. Lo que debería ser una solución temporal se ha convertido en un ciclo repetitivo que afecta a miles de habitantes de ambos municipios.
En Moloacán, desde hace varios años se anunció la posibilidad de proyectos de asfaltado para estas vías de comunicación. La gobernadora mencionó meses atrás que se ejecutarían trabajos de este tipo; sin embargo, hasta ahora no existe una fecha concreta para el inicio de las obras.
La situación es similar en el área rural de Minatitlán, donde fueron aprobados proyectos de asfaltado en dos caminos considerados vitales para el sector productivo. A pesar de la autorización, tampoco se ha establecido un calendario para su ejecución, dejando las vialidades vulnerables a las condiciones climáticas.
Mientras tanto, conductores, estudiantes, comerciantes y ganaderos expresan su molestia ante el deplorable estado de los caminos, que no solo dificulta el tránsito diario, sino que también es una causa recurrente de accidentes.
Sin trabajos de calidad, como el asfaltado o la pavimentación definitiva, las rehabilitaciones seguirán repitiéndose año con año, representando un gasto constante y una solución insuficiente para las comunidades rurales.


