El empate ante el conjunto argentino regala grandes testimonios de sus jugadores.
En un fútbol gobernado por el dinero, a veces aparece una historia que lo desarma todo. En Nueva Jersey, durante el Mundial de Clubes 2025, un equipo semiprofesional de Nueva Zelanda escribió una página inesperada al empatar 1-1 con Boca Juniors. La gesta del Auckland City no solo significó un hito deportivo para la modesta escuadra oceánica. También trajo consigo una inyección económica sin precedentes: 930.000 euros (un millón de dólares).
Novecientos treinta mil euros. Exactamente 11.111 veces más de lo que cada jugador percibe semanalmente, apenas 84 euros. El contraste es brutal. Los jugadores del Auckland City tienen empleos a tiempo parcial para llegar a fin de mes. Uno de los casos más llamativos es el del arquero suplente, que reveló tras el encuentro en declaraciones recogidas por medios locales: “Yo soy limpiador de piletas y jacuzzis. Me pedí vacaciones en el trabajo o sino renunciaba. No cobré por estos días que estuvimos en Estados Unidos”. Pese a ello, celebró que “el premio se va a repartir entre todo el staff y el plantel”. Así lo expresó Sebastián Ciganda en una entrevista con el medio DSports Radio.
La recompensa llega gracias a la normativa del Mundial de Clubes, que establece un premio de un millón de dólares (930.000 euros) por cada empate en fase de grupos como el que logró este miércoles el modesto club. Lo curioso es que este botín, para otros clubes apenas un dato contable menor, supone para Auckland City el mayor ingreso de su historia.
El gol que desató la euforia lo marcó Christian Gray, un delantero que, como tantos otros en el equipo, reparte su tiempo entre los campos de juego y la docencia. Es maestro de educación física en la escuela Mount Roskill y forma parte del programa “ACFC in the Community”. A sus 27 años, Gray convirtió tras un córner en el minuto 52 y lo celebró con furia contenida. Fue el primer y único tanto del equipo en el torneo, pero bastó para tocar el cielo.
Un gran resultado
El contexto hace aún más grande la hazaña. Auckland City ni siquiera es el club principal de su ciudad: ese lugar lo ocupa el Auckland FC, que compite en la A-League australiana y ofrece sueldos base de unos 65.000 euros anuales. Los Navy Blues, en cambio, juegan una liga regional en la Isla Norte de Nueva Zelanda, en condiciones semiamateur, y sus futbolistas suelen recibir unos 93 euros por partido. La diferencia con el gigante argentino es sideral.
Y, sin embargo, empataron. Boca Juniors, obligado a golear para soñar con los cuartos de final, no pudo con un grupo de trabajadores apasionados que se negaron a bajar los brazos. El resultado no solo supuso la eliminación del conjunto xeneize. También marcó un antes y un después para un equipo que viajó a Estados Unidos con humildad, trabajo y sueños, y vuelve a casa con 930.000 razones para seguir creyendo.